Propósito vs aburrimiento
Uno de los grandes temas en la vida de las personas tiene que ver con la razón de la existencia.

Hasta hay ramas de la ciencia cuyo objetivo es indagar y concluir sobre el propósito existencial del hombre. Por su parte, una vida sin propósito o claridad acerca del mismo es una de las grandes raíces de amargura. La mayoría de los jóvenes que se adentran en el camino de las drogas lo hacen por aburrimiento, un alto porcentaje de divorcios y las causas que llevaron al mismo es como consecuencia del aburrimiento y ni hablar de la angustia que genera el no saber para qué vivimos.
Prácticamente todo lo que hacemos en nuestras vidas es la consecuencia de saber quienes somos o de no saberlo. La identidad es tan clave que nos centra rápidamente en un propósito mientras que desconocerla tarde o temprano nos desembarcará en el “para qué estamos”.
Un deportista que desde pequeño sabe que su propósito es jugar de manera profesional al fútbol va a armar toda su vida en torno al deporte. Su dieta, sus tiempos de descanso, sus relaciones interpersonales y absolutamente todo lo que tenga alguna implicancia en su vida quedará sujeto al fútbol. Esta persona atravesará crisis: una lesión, el no tener una vida similar al resto de los jóvenes, el muchas veces estar lejos de la familia pero si su propósito está firme, podrá atravesar las tormentas que puedan aparecer sin abandonar en el camino. Su tiempo y energía estarán concentrados en algo: dar lo mejor de sí para algún día poder jugar en primera en algún club importante.
Ahora bien, hay propósitos que tienen un plazo, en el caso de nuestro ejemplo futbolero, su carrera como jugador no superará los 40 años aunque pueda luego seguir como entrenador, empresario deportivo o algún oficio ligado a su oficio.
En la vida de las personas, son aquellos propósitos que nos trascienden los que más alineados están a nuestra verdadera identidad. Es por ello que, quienes desarrollan una vida espiritual, en donde la conexión con el Creador es ineludible, son los que de manera más profunda y firme terminan conectándose con su propósito. Al fin de cuentas, la identidad que nos fue dada tiene una esencia incorruptible que atraviesa la temporalidad.