Aprender a proyectar
Qué importante es que las personas puedan animarse a soñar.

Es lindo ver que alguien se anima a generar proyectos que luego del esfuerzo y el riesgo asumido le empieza a dar otra calidad de vida.
Lamentablemente la mayoría de las personas conviven con el pensamiento de que no van a poder emprender si alguien no les da una mano o que la única forma de sustentarse es trabajando para otros. Algo que nunca acepté es la creencia de que tenemos un límite y que no vamos a poder llegar a más. Hay una cuestión cierta: la capacitación, el estudio, la profesionalización son capacidades que nos van a ir permitiendo desarrollarnos más pero de alguna manera, con mayor o menor esfuerzo todos tenemos acceso a formarnos.
Seguramente algunos la tienen más difícil que otros, pero aun así no conozco a alguien que se haya propuesto llegar a sus metas y se haya visto boicoteados por ella misma.
¿Qué se necesita para proyectar?
Primeramente, tener una meta y visualizarla. Ejemplo: un negocio. Los primeros pensamientos que vendrán serán de que no conoces mucho del manejo comercial, cómo se administra, etc. Allí es donde uno empieza a capacitarse. No se trata de dejar el trabajo y salir a experimentar, a veces capacitarnos empieza por conversar con alguien que sabe del tema, buscar contactos, etc. Luego necesitamos hacer una meta corta: empezar por algo pequeño que sabemos hacer y paso a paso ir enfocándolo en aquello hacia dónde vamos.
Una vez conversaba con un maratonista profesional y le pregunté cómo hacía para correr 32 kilómetros. Él me dijo que solamente se enfocaba en los siguientes 100 metros. No pensaba en los 30 o 20 kilómetros que quedaban. Se concentraba en los próximos pasos.
Éste es el principio: pensar en una meta grande pero enfocarnos en los primeros pasos que tenemos que dar. Cuando queramos darnos cuenta habremos avanzado mucho más de lo que imaginamos. Soñar y creer es posible, solamente debemos intentarlo.