Recordar lo bueno

Hay acontecimientos que casi que nos empujan a hacer balances de lo vivido durante un determinado período.
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La celebración de Año Nuevo o el propio cumpleaños suelen ser momentos en donde nos ponemos más reflexivos. Pero a veces, hay años puntuales en donde hacer un balance no es lo mejor ni lo más sabio y lo mejor que podemos hacer, sobre todo cuando no nos fue como esperamos o no tuvimos “el mejor año de nuestras vidas”, es sencillamente contabilizar lo bueno. 

Es en estas reuniones familiares o de amigos en donde ponernos cada uno a contar aquellas cosas lindas que le sucedieron que vamos a poder cerrar un ciclo o etapa con mucho más gozo del que imaginábamos. Puede que hayamos vivido un tiempo de dolor, en donde se nos fue un ser querido, perdimos un empleo o pasó algo inesperado que generó tristeza. Al cerrar un ciclo, no nos pongamos a evocar el sufrimiento (ya habrá tiempo para llorar o quizás ya pasó el tiempo de llorar). 

El primer pensamiento que va a venir cuando miramos para atrás y vivimos una etapa difícil es: “me cuesta rescatar algo positivo” y justamente lo que te propongo es un ejercicio para cuando eso suceda. Ponernos a pensar y evocar lo bueno cuando todo pareció haber salido mal nos va a permitir desarrollar emociones que nos darán una mejor calidad de vida y una mejor funcionalidad que la que tal vez desarrollamos hasta acá. 

No te permitas que los acontecimientos sociales o la influencia de los medios sobre el estado del país influyan en tu calidad emocional. Siempre hay mucho para agradecer y valorar y el hacerlo nos va a predisponer mucho mejor para empezar otro ciclo en nuestras vidas.