Capacitarnos para cambiar
Muchos asocian la palabra “capacitación” a la formación para un oficio o trabajo. Es correcto. Pero pocos asocian la capacitación al invertir en formarnos para nuestro diario vivir

Muchos asocian la palabra “capacitación” a la formación para un oficio o trabajo. Es correcto. Pero pocos asocian la capacitación al invertir en formarnos para nuestro diario vivir: salud emocional, relaciones interpersonales, aprender a comunicarnos, herramientas para la crianza de nuestros hijos, etc. Y son aquellos quienes invierten y perseveran en esto los que luego terminan desarrollando relaciones y familias funcionales. Sencillamente, porque están invirtiendo en algo que no solo los beneficia solamente a ellos.
Me apena ver cómo se abarrotan de cursantes las capacitaciones que tienen que ver con generar más ingresos, mejorar su performance profesional y, por otro lado, ver cómo les cuesta a las personas invertir dinero y tiempo en aprender a criar de mejor manera a sus hijos o tratar mejor a sus esposas.
Y si bien el cambio empieza por nosotros y depende de nosotros, la capacitación para ello jamás estará de más. Escuchar a un profesional lo que tiene para enseñarnos en relación al comportamiento humano y las relaciones interpersonales, tomar las herramientas de alguien capacitado para instruirnos en las habilidades sociales o leer un libro de alguien con la facultad de enseñarnos sobre la infancia y los procesos de aprendizaje y límites en nuestros hijos, es sembrar oro.
Cambios a largo plazo, cambios que duran para toda la vida
En la era de lo inmediato, en donde el “llame ya” quedó lento, nos cuesta invertir en lo que no será inmediato. Todos quieren hacer el curso que en dos meses dé ganancias, pero pocos entienden que hay inversiones a largo plazo. Criar a nuestros hijos es una de ellas. Pasarán 15, 20 o más años para que veamos el fruto de la crianza. La obediencia que tantos dolores de cabeza nos dio al enseñarla a nuestros pequeños, tendrá sus buenas consecuencias cuando en el día de mañana veamos en ellos personas que edifican y no destruyen la sociedad. A veces nos frustramos cuando esperamos cambios inmediatos y estos no se dan. Es allí donde necesitamos identificar cuáles son los cambios que sí son inmediatos (dejar de fumar, comenzar el gimnasio, hacernos un chequeo) y cuáles no. Normalmente, aquellos cambios que conllevan más tiempo son los que requieren de procesos. El cambio de mentalidad es uno de ellos.
En la era de lo inmediato, en donde el “llame ya” quedó lento, nos cuesta invertir en lo que no será inmediato. Todos quieren hacer el curso que en dos meses dé ganancias, pero pocos entienden que hay inversiones a largo plazo. Criar a nuestros hijos es una de ellas. Pasarán 15, 20 o más años para que veamos el fruto de la crianza. La obediencia que tantos dolores de cabeza nos dio al enseñarla a nuestros pequeños, tendrá sus buenas consecuencias cuando en el día de mañana veamos en ellos personas que edifican y no destruyen la sociedad. A veces nos frustramos cuando esperamos cambios inmediatos y estos no se dan. Es allí donde necesitamos identificar cuáles son los cambios que sí son inmediatos (dejar de fumar, comenzar el gimnasio, hacernos un chequeo) y cuáles no. Normalmente, aquellos cambios que conllevan más tiempo son los que requieren de procesos. El cambio de mentalidad es uno de ellos.
Recuerda que muchas veces, el solo hecho de caminar el camino y perseverar en él, es un constante cambio en sí mismo que va dando buenos frutos a su tiempo. ¡Hasta la próxima!