Sentimos según lo que creemos

Es muy posible que las circunstancias no cambien, pero nosotros sí podemos cambiar en medio de las circunstancias
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Juan está parado en la esquina de la cuadra junto con Carlos, ambos están dialogando acerca de lo que hicieron el fin de semana. De repente, un patrullero se detiene frente a ellos y el oficial que va dentro les pide los documentos. Carlos se lo muestra sin ningún inconveniente, pero Juan se enoja mucho con ellos y comienza a cuestionar su actitud.

- ¿Por qué me pide los documentos?, no hemos hecho nada malo, solo estamos dialogando, ustedes molestan a cualquiera que se les antoje, no es justo que nos traten como a delincuentes...

- Señor, le contesta el policía, solo estamos haciendo nuestro trabajo, pero ahora va a tener que acompañarnos por su hostilidad.

Esta escena es muy común en nuestros días, y no es nuestro objetivo analizar si estuvo bien o mal la actitud del policía o la de alguno de los muchachos. Sólo nos interesa ver cómo y por qué cada uno de los muchachos reacciono así.

En la escena tenemos a dos chicos, probablemente jóvenes, que están dialogando sin hacer nada malo. Por otro lado, aparece un patrullero que les solicita sus documentos.

Carlos, no se preocupó por la situación y mostró sus documentos sin inconvenientes, pero Juan, se enojó mucho y comenzó a cuestionar a los policías con una actitud desafiante, lo que le cuesta el arresto.

¿Por qué Carlos no se enojó y Juan sí? ¿Por qué Carlos actuó de tal forma que no se metió en mayores problemas y Juan provocó su arresto?

Nuestras emociones, son el producto final de una forma de valorar e interpretar lo que nos ocurre.

Hace ya tiempo, unos investigadores en el tema de las psicoterapias, Albert Ellis y Aaron Beck, demostraron que las situaciones que vivimos no producen nuestras emociones, sino que éstas, se generan de acuerdo con lo que nosotros pensamos, valoramos o creemos acerca de nuestras vivencias.

Uno de los libros más conocidos por todos los seres humanos, la Biblia, en el libro de Romanos capítulo 12 verso 2, dice que, si cambiamos nuestra forma de pensar, podremos cambiar nuestra manera de sentir.

¿Por qué algo conocido tan antiguamente aún no es entendido por la sociedad?

Básicamente, en general se cree que, lo que produce daño psíquico o estado emocional perturbador, son los hechos que nos ocurren, las situaciones vividas, los factores externos a nosotros, pero en realidad, es lo que nosotros pensamos, valoramos, o significamos, sobre esos acontecimientos.

El problema de Juan no era que le pidieran los documentos, sino que él creía que era injusto. Cuando pude hablar con él y le pregunté qué significó para él, el hecho de que le pidieran documentos me dijo que le pareció injusto, que el policía quería provocarlos y que los había tratado como a ladrones sin motivos. Por otro lado, Carlos, refirió que no le prestó mayor atención al hecho, que se puso nervioso cuando Juan reaccionó así, pero él no veía nada de malo en que un policía pidiera identificación, ya que al fin y al cabo eso es lo que suele hacer un policía.

Entre el acontecimiento y la emoción, se desató un pensamiento (que pudo haber sido consciente, o casi automático), pero existió y eso fue lo que determinó la emoción de Juan y por consiguiente su conducta.

La diferencia entre Carlos y Juan fue su valoración y cómo significaban lo que estaba ocurriendo. Uno creía que era injusta la actitud del policía y el otro entendió que no había nada de malo en que le pidieran el documento. Cada uno actuó en función de sus pensamientos o a partir de cómo valoraba la situación, y como Juan “sabía” (según él) que era una injusticia, pretendió defenderse de ese atropello, a pesar de saber que corría el riesgo de ser arrestado.

Esto se podría ejemplificar según el modelo ABC de Albert Ellis.

Modelo ABC

Donde la valoración del acontecimiento genera la emoción. Por lo cual la emoción es el producto final de un proceso psíquico previo.

Modelo ABC

Es decir, lo que valoramos del acontecimiento produce la emoción. Pero como vemos en la figura, superficialmente lo que se interpreta de forma inmediata, es que la situación genera nuestro sistema emocional, pero en el fondo, subyacente, hay una valoración de lo que está ocurriendo. Es esta valoración lo que está determinando nuestra emoción.

Este es el motivo por el cual muchas personas pretenden cambiar los hechos, para comenzar a sentirse mejor.

  • - Si él me quisiera, sería todo diferente.
  • - Si no me tratara tan mal, yo no me sentiría así.
  • - Si no me respetan, los voy a odiar.
  • - La culpa de mi depresión la tiene mi marido que me es infiel.
  • - Son los chicos de la escuela los que me ponen tan nerviosa.
  • - Yo sufrí mucho cuando era chico, por eso sufro ahora.
  • - Hay mucha corrupción, por eso me enojo tanto.
  • - Tengo miedo porque me puedo quedar encerrada.
  • - Tengo miedo porque a mi hijo le puede pasar algo mientras esta en la calle.

Por eso a la gente le cuesta tanto poner su sistema emocional en orden, porque espera que sea el mundo el que se detenga y se convierta en ese lugar que ellos creen que “debería” ser. Ponen su esperanza en los terceros, ponen su energía en que los demás cambien, en que sea el medio el que deje de ser tan toxico. Reclaman que las cosas sean diferentes, e invierten su tiempo esperando que alguien los escuche. Pero el mundo sigue girando y nadie se detiene, la única opción de sentirse mejor es cambiar la forma de valorar los acontecimientos que vivimos.

Por lo tanto, algo para aprender en el funcionamiento de nuestras emociones, es que no conviene esperar que la situación cambie, esto puede que nunca ocurra, pero sí podemos cambiar nuestra forma de valorar las situaciones, esto solo depende de nosotros y nos permitirá tener una mejor calidad de vida.